MEDITACIONES GUIADAS
DE LA CARENCIA A LA ABUNDANCIA

¿Por qué son importantes estas activaciones?

Creo que en Occidente nuestra espiritualidad ha estado mal enfocada. Por años hemos creído que la vida espiritual consiste en convencer a Dios de que sea bueno. Lo hacemos a través de nuestras oraciones: al parecer, si insistimos lo suficiente conseguiremos que Él obre a nuestro favor. Esa idea nos pone en una posición aparentemente más justa y bondadosa que la de nuestro Creador. Sin embargo, la realidad es que a través de la obra de Jesús, nuestro Padre celestial suplió todas nuestras necesidades; todo lo que Él tenía que hacer ya está hecho. Es por esto que la vida espiritual no consiste en convencer a Dios de que Él sea bueno; más bien, se trata de renovar nuestra mente para apropiarnos de lo que Él ya hizo.

Pero ¿qué es renovar la mente? Renovar nuestra mente implica desprendernos de viejos patrones de pensamientos y remplazarlos por otros. En la neurociencia, este proceso se conoce como plasticidad neuronal, en la que nuestra arquitectura neuronal es transformada y las vías neuronales de comunicación cambian para terminar respondiendo de una manera diferente a los estímulos externos.

La neurociencia ha comprobado que uno de los casos más exitosos de neuroplasticidad es la que se logra a través de la meditación. Los científicos han estudiado por años el cerebro de los monjes budistas, quienes suelen meditar con regularidad, y se ha comprobado que se crean redes neuronales que no tienen las personas que no realizan esta práctica. Han confirmado que estos monjes desarrollan, gracias a la meditación, conexiones neuronales que antes no tenían. Si interactúas una y otra vez con un pensamiento, terminas convirtiéndote en lo que piensas; no es un decir, es un asunto biológico. Es por eso que la neurociencia afirma hoy que cada ser humano termina creando su propia arquitectura cerebral.

Ahora, nosotros no estamos llamados a la meditación oriental que busca vaciar la mente, pero sí a meditar en la palabra de Dios. Te lo voy a explicar: ¿recuerdas que la primera generación de israelitas en el desierto no pudo entrar a la tierra prometida por sus pensamientos limitantes? Al nacer la segunda generación fuera del contexto de la esclavitud y de todas esas experiencias en Egipto,  su cableado neuronal se formó de una manera muy diferente, lo que hizo que tuvieran otra  mentalidad. Esta nueva generación fue dirigida por Josué. Justo antes de entrar a la tierra prometida después de 40 años de vagar en el desierto esta fue la instrucción que recibieron:

«Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies. Su territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates, territorio de los hititas, hasta el mar Mediterráneo, que se encuentra al oeste. Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te ordenó. No te apartes de ella para nada; solo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas» (Josué 1:3-9, NVI).

Meditar no es aprenderse un par de versículos bíblicos. De hecho, el texto original en hebreo hace mención al acto de recitar murmurando en voz baja: es considerar un asunto una y otra vez.

A través de estos audios vamos a meditar en la palabra de Dios de manera que no solo conozcamos estas verdades, sino que transformen nuestro cableado neuronal y que se transfirieran estos principios, que hemos aprendido, de la esfera espiritual a la esfera biológica.